No es una tarea fácil contar la historia de tres personas en 20 minutos de video, y mucho menos si son tan vividas como las de Margaret , Lourdes y Marián; tres mujeres transexuales que crecieron y vivieron en el barrio grancanario de La Isleta desde su adolescencia. Patricia Rivero, directora del cortometraje, ya tiene la vista puesta en un formato más extenso: está preparando su versión en largometraje junto a Karolina Déniz.
Amigas, comunidad y familia
La idea de Patricia Rivero partió desde la investigación de su propia tía, también mujer trans: «Yo no tenía información de mi tía porque mi familia no era transparente, seguramente por un bloqueo emocional, ellos tampoco sabían como gestionarlo». Cuenta que se fue de casa muy joven y vivió en Madrid hasta su fallecimiento, en 1994. «Gracias a las historias de ellas pude conocer cómo vivió mi tía», reconoce Rivero.
«Conozco a Margaret primero a través del Colectivo GAMÁ. La llamé, le expliqué y cuando me vio le recordé mucho a mi tía» explica la directora del corto; y añade: «Hice como una especie de casting, y Lourdes al principio no quería, pero gracias a que mi tía era quien era, creo que las convencí». Lourdes nos cuenta que les dio la confianza para abrirse, tanto que incluso contó cosas que no sabía ni su familia: «Una sobrina mía estaba viendo el corto y se enteró de muchas cosas gracias al corto».
La violencia como sombra
«Me pegaron un porrazo en la cara por llevar rímel en los ojos», narraba Lourdes; pero la violencia física no era la única a la que fueron sometidas: «A nosotros nos cogían y nos metían en el calabozo toda la noche. De allí a los juzgados y de allí, a las 11:00h, cuando sabían que la calle estaba llena de gente, nos llevaban esposadas al juzgado de peligrosidad social, y todo el mundo mirando». Esta crueldad es inexplicable para ella, invadida por «una impotencia y una rabia», no lograba entender el porqué. «En comisaria me dieron muchas palizas, allí no nos veía nadie sino ellos. Y muchas se han quedado por el camino, y muchas se han suicidado, porque el dolor era tan fuerte que no podían», contaba Lourdes.
Incluso en su casa, confiesa, no vivió una circunstancias nada fáciles: «Con catorce años yo discutí con mi padre y me dijo ‘pues aquí, si tú eres así, no te quiero’, y me echó a la calle con 14 años». Y no era facil salir adelante con esa edad, ya que necesitaba el permiso del padre hasta para trabajar. Es por esto que muchas de ellas se veían avocadas a trabajar o en el espectáculo o en la prostitución. «Trabajar en el espectáculo era un respiro enorme, era un refugio. Lo único era que cuando salíamos estaba el furgón al lado, nada más salir. En el espectáculo éramos libres y muy queridas, a la gente le encantaba», recordaba Lourdes.
Ecos cercanos de un ayer de terror
Cuando muere Franco salieron a la calle a «tirar voladores, parecía la noche de San Juan», contaba Marian en el documental. «Pero aún quedaba mucho franquista, y después de eso vino el golpe de estado de Tejero. No salí a la calle hasta el día siguiente porque se oían a todos los militares en La Isleta», cuenta Lourdes. «¿Es que no vamos a tener democracia nunca?», pensó en ese momento. En la actualidad se lamenta por los jóvenes que simpatizan con las ideas totalitarias de derechas y franquistas. «Ellos no saben lo que era el franquismo entonces me alucina que siendo tan jóvenes tengan esos pensamientos», dice la protagonista. ¿Qué puede saber sobre Franco un niño? Ella lo tiene claro: «Eso es lo que les meten en la cabeza las partidos de ultraderecha como VOX».
Pero este proyecto no es simplemente un archivo audiovisual de sus historias: «Nosotras hemos ido con Patricia a institutos y alucinan, preguntándonos que si era verdad. Se hacían fotos con nosotras… Una maravilla», contaba Lourdes. Y precisamente esto es una de los motivos que por los que se ponen en marcha para hacer el largometraje de estas 3 mujeres.» ¿Esto es uno de los motivos por los que nos ponemos en marcha para hacer la película. «Nos parece urgente, estamos en un momento muy delicado a nivel social. Nuestra forma de oponer resistencia a estas corrientes es contar la verdad y reponer la memoria histórica que quieren dejar en el olvido», reflexiona Patricia Rivero.