El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha recibido una subvención directa de 2,5 millones de euros del Gobierno de Canarias, a través de la Consejería de Transición Ecológica y Energía, destinada a derribar el hotel abandonado en la costa de Añaza.

El área de Urbanismo cuenta con un plazo de 36 meses para llevar a cabo la demolición de esta emblemática estructura.
El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, señala en un comunicado que esta acción responde a un compromiso adquirido con los vecinos de Añaza y del municipio: «Es un avance significativo hacia el cumplimiento de nuestra palabra. Esta subvención nos permite abordar una necesidad histórica de la zona». Bermúdez también agradeció al Gobierno de Canarias su colaboración, destacando que la intervención «dignificará el entorno y contribuirá a recuperar la normalidad en el distrito Suroeste».
Por su parte, el consejero de Transición Ecológica, Mariano Hernández Zapata, explicó que el proyecto no solo contempla el derribo del edificio, sino también la renaturalización del entorno. «Este enfoque integral permitirá recuperar el paisaje, aumentar la biodiversidad y crear un nuevo espacio verde para la ciudad», afirmó.
Zaida González detalló que en 2025 se trabajará en la expropiación del suelo y en la aprobación definitiva del proyecto. «Una vez completados estos trámites, licitaremos la demolición para cerrar un expediente que iniciamos en 2018 y que ha sido una demanda histórica de los vecinos», comentó.
Carlos Tarife, concejal de Planificación Estratégica y Sostenibilidad Ambiental, subrayó la importancia de la intervención: «La eliminación de esta estructura será clave para regenerar la costa de Añaza. Además, estamos trabajando en el proyecto de la plataforma marítima de la zona, que estará listo a finales de 2025 y supondrá un gran valor añadido para este enclave».
El edificio en cuestión, una imponente estructura en forma de Y con 22 pisos y una superficie construida de más de 40.000 metros cuadrados, fue concebido en 1973 como un hotel con 741 apartamentos. Sin embargo, quedó abandonado en 1975, convirtiéndose en un foco de inseguridad, accidentes y un impacto visual negativo para la costa.
Con esta iniciativa, Santa Cruz de Tenerife da un paso decisivo hacia la regeneración de su litoral y el bienestar de sus ciudadanos.