Los microplásticos invaden Playa Grande, en el Porís
Las imágenes son desoladoras. No es una costa del otro lado del mundo. Es Playa Grande, en el Porís, en la costa tinerfeña Punta de Abona. Así la encontró el pasado domingo María Celma, profesora de un colegio del Médano, que se ha convertido en activista y que confiesa que “nunca había visto la playa así y se me saltaron las lágrimas”. María, que comenzó sus actividades de concienciación con sus alumnos, con un proyecto para celebrar el Día de los Océanos, en el que se los llevaba a limpiar las playas de Tenerife, es una de las impulsoras del Movimiento Océano Limpio Tenerife.
Esta voluntaria cree firmemente que todos podemos y debemos hacer lo que esté de nuestra parte. “No es necesario que nos convoquen, solo hay que querer y hacer lo que cada una pueda por limpiar las playas”, asegura. Este convencimiento la lleva a que cada vez que acude a limpiar una zona documenta gráficamente la situación del lugar: “lo que quiero es que la gente vea cómo está y que se dé cuenta que tenemos que hacer algo”.
Nos hemos acostumbrado a hablar de microplásticos y a ver las imágenes que nos llegan del otro lado del mundo, pero las costas canarias llevan años recibiéndolos arrastrados por la corriente del Golfo desde Estados Unidos y Europa. Ya en 2017 científicos de la Universidad de Las Palmas alertaron sobre la alarmante presencia de estos residuos en el Archipiélago, donde llegan con hasta 81 contaminantes químicos.
El peligro principal de esta amalgama de estos residuos triturados por los océanos es su capacidad contaminante y el hecho de que los plásticos son materiales creados para ser duraderos. Luego, su contaminación también es duradera.
La solución a este grave problema medioambiental no es fácil por la dependencia del plástico para muchas cosas en nuestra sociedad. Es necesario disminuir la dependencia y mejorar los plásticos haciéndolos más reciclables. Estos solo es posible con planes gubernamentales, el control de la industria y la concienciación ciudadana.