Guillermo Ferrera, paciente trasplantado: “La calidad vida después de un trasplante hepático es muy buena”

Guillermo Ferrera, paciente trasplantado, relata en primera persona junto a Paula Ventura, coordinadora de trasplantes, su experiencia como uno de los más de 900 trasplantados por el Hospital de Nuestra Señora de La Candelaria desde que arrancara el programa en 1996.
21/06/2025
Guillermo Ferrera, paciente de trasplante hepático, en un momento de la entrevista en el programa Canarias 8

El tinerfeño Guillermo Ferrera recibió la oportunidad de volver a vivir en 2015. Es uno de los más de 900 pacientes que ya han recibido un trasplante hepático desde que, en 1996, se iniciara el programa en el Hospital de Nuestra Señora de La Candelaria. Ferrera visitó el plató de Canarias 8 para relatar en primera persona su experiencia y enviar un mensaje de optimismo y ánimo a quienes pueden donar sus órganos o a aquellos que esperan para recibirlo y pueden estar dudando de su conveniencia. “Deben saber que la calidad de vida después de un trasplante hepático es muy buena. Que no duden, que se dejen llevar porque están en buenas manos y no hay plan B”, aseguró.

Su relato fue corroborado por la coordinadora de trasplantes del centro sanitario, Paula Ventura, quien valoró este hito, que supone una media de 30 trasplantes mensuales de este órgano vital en el HUNSC. “Es un motivo de alegría enorme. 900 personas tienen oportunidad de seguir vivas gracias al programa en 29 años. Empezamos en el 96 y vamos por 907. El 19 de marzo el equipazo que tenemos realizó el trasplante 900. Estamos contentísimos de ser referentes para la comunidad autónoma y de darle a los pacientes con insuficiencia hepática crónica y aguda, la posibilidad de seguir viviendo”, manifestó.

Ventura detalló, desde la experiencia de años como coordinadora, la específica dificultad que supone el trasplante hepático, “un organo bastante sensible, que se debe trasplantar con prisa”. Hay que poner en marcha muchos procedimientos “e inciar multitud de circuitos para que todo salga bien. Tenemos un equipo tremendo de casi 25 personas, entre enfermeras, cirujanos, digestólogos, radiólogos, perfusionistas, neurofisiólogos”, destacó. Precisamente su papel es el de organizarlos como en una orquesta, “y nuestra misión es dirigir esa orquesta”, precisó. Una orquesta que interpreta una partitura cuyo porcentaje de éxito es un muy elevado pues “supone que la gente siga viva. El 90% de los trasplantados sobrevive y, sin embargo, no habrían superado una semana o un año sin el órgano. Y hay gente que lleva diez años como Guillermo; otros, más de quince”.

Guillermo Ferrera, ahora con una incapacidad laboral, disfruta de una nueva vida con gran vitalidad, a pesar de las limitaciones tras el trasplante. “A veces, cuando acaba el día, me siento algo más cansado, o con poca energía. Pero es normal. Lo acepto como tal”. De hecho, aseguró, muchas veces debe recordar su condición de paciente. “Lo he normalizado tanto, que a veces tengo que recordarlo para saber que tengo unos límites. Pero lo recuerdo porque me esfuerzo en acordarme. Tengo mi medicación como una rutina y una vida normal”, enfatizó.

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