190 millones de tapones para un elevador
Cuando Manolo diseñó su casa jamás pensó que las escaleras interiores de su vivienda se fueran a convertir en un verdadero problema para su hijo pequeño.
Fran Orula, su hijo, era un niño muy fuerte, ágil e inquieto, pero según iba creciendo la fuerza de sus músculos comenzaba a fallar “de repente el niño se caía y le preguntábamos qué le había pasado y nos decía que las piernas no le respondían, y se desplomaba al suelo” El tiempo iba avanzando y los músculos de Orula dejaron de funcionar, ahora tiene 13 años, se mueve gracias a su silla de ruedas y su autonomía se ha visto reducida, especialmente en su casa.
La habitación de Fran está en la segunda planta de la vivienda y para poder acceder hay que subir por una escalera con múltiples escalones de escasa dimensión, con una inclinación bastante pronunciada, y con la silla de ruedas es imposible. Tanto se ha complicado la situación que la familia de Fran ha tenido que colocar una cama en el salón de la casa, en la que duerme Fran y su madre, para que el niño pueda descansar porque ya no puede ir hasta su habitación.
17 mil euros en forma de tapones
El jardín de la casa está repleto de bolsas y garrafas llenas de tapones, montañas de tapones solidarios que forman parte de la campaña de recogida de tapas que la familia ha puesto en marcha a través de la Asociación Iraitza para poder a ayudar a su pequeño e instalar en el salón de la casa un elevador que permita a Fran ir a su habitación de manera autónoma y sin la ayuda de nadie.
“El presupuesto más económico que hemos encontrado asciende a 17 mil euros. “En casa el único ingreso que entra es el de mi mujer que son 900 euros, yo trabajaba en la construcción como encofrador pero me quedé sin empleo”
Para poder obtener el dinero del presupuesto necesitan reunir 190 millones de tapones, un total de 95 mil kilos o apelar a la solidaridad de los canarios.
“Solo pedimos que alguien nos ayude a costear este elevador, es un niño, tiene tan solo 13 años, está creciendo, empezando a vivir y tenemos que ayudarlo” Su familia podría costear los materiales o el coste del elevador pero el presupuesto al completo es inviable con un sueldo que no llega ni a los mil euros.
Una vez más la sociedad tiene que apelar a la solidaridad de la gente, buscar ayuda en personas anónimas que “arrimen el hombro” para que nuestros jóvenes tengan una alternativa, un futuro mejor donde ser felices y superar los obstáculos que se cruzan por el camino.