El ciudadano alemán Thomas Handrick, acusado de matar a su esposa y uno de sus dos hijos en una cueva en Adeje en 2019, ha alegado este martes trastorno mental transitorio, según esgrimió su defensa en la primera sesión del juicio que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
Handrick, que respondió a las preguntas de la Fiscalía y la defensa, pero no a las de las acusaciones particulares, mostró su arrepentimento y aseguró que no era consciente de lo que ocurrió en la cueva de los altos de Adeje donde ocurrieron los hechos.
Según el relato que realizó a preguntas de su abogada creía que "era una pesadilla, un sueño horrible" y añadió, entre lágrimas, que se encontraba "muy bien" en compañía de sus hijos. No podía haber imaginado unos niños mejores"-
Handrick contó que organizó la excursión para esconder unos regalos siguiendo la tradición alemana del 'conejo de Pascua' con motivo de una visita a la isla de la familia y que, a pesar de sus problemas físicos derivados de una operación de hernia que le ocasiona fuertes dolores, optó por seguir el sendero de unos 10 kilómetros para que sus hijos "se lo pasaran muy bien". Para combatir los dolores toma un tratamiento de morfina combinado con otros fármacos contra la depresión, afirmó.
Durante su narración, añadió que, en un momento del camino, el hijo mayor, Jacob, de 10 años, encontró una cueva cerca de un estanque de agua y le pareció el lugar ideal para esconder los regalos, pero, después, escuchó gritos de Silvia, su mujer, que tenía mucha sangre en la cabeza y decía que él la había golpeado.
Handrick aseguró que intentó pedir ayuda llamando por teléfono, pero no había cobertura y afirmó que, cuando intentó acercarse, ella lo golpeó repetidas veces hasta que cayó al suelo y le dió patadas. Mientras esto ocurría, siempre según el relato del acusado, él tenía un "zumbido en el oído". En este momento, admitió que estaba "enfadado y mareado" que entró en pánico porque "volaban las piedras por todas partes, por lo que pensó que podía morir.
El acusado insistió en que no tenía intención de darle a nadie cuando contó que su hijo mayor se interpuso entre él y su esposa: "Quería separarnos y decía paren, paren". En relación con su hijo de siete años, el superviviente, afirmó que no se encontraba en la cueva y salió a buscarlo hasta que lo encontró y volvió a la cueva.
Su esposa seguía tumbada y "rugía desde el suello con la cara llena de luz y los ojos con un brillo verdoso, era como un fantasma, al que le faltaba la mitad de la cara; era horrible, por lo que volvió a tirarle una piedra", explicó. En ese momento, comprobó que Jacob "ya no se movía" y Jonas "había desaparecido".
También dijo no recordar cómo llegó a su casa "estaba desorientado, sucio, lleno de sangre" y tió la ropa a un contenedor de basura. Después solo recuerda que agentes de la Policía Local tocaron en su casa y hablaban de Jonas pero, como estaba "mareado y con visión borrosa" creaía que todo era una pesadilla.
La Fiscalía pide para este ciudadano alemán 51 años de cárcel, prisión permanente revisable y libertad vigilada durante 20 años por dos delitos de asesinato y la prohibición de acercarse a su otro hijo a menos de 500 metros durante 10 años, más otros 10 años de libertad vigilada por un delito de asesinato en grado de tentativa.
Además, solicita la privación de la patria potestad respecto a su hijo y una indemnización de 500.000 euros, de los que 300.000 euros se destinarán al representante legal del menor y 200.000 euros a los padres de la madre presuntamente asesinada.
El magistrado ha admitido como prueba la declaración que realizó el hijo menor superviviente y no considera necesarias más pruebas periciales sobre el ADN de las uñas de las víctimas, como ha solicitado la defensa. pero sí ha aceptado pruebas radiológicas y las capitulaciones matrimoniales.