Teresitas (IX): Recuerdos inconfesables ante un Tribunal (y no es coña)
Pasar 32 años de tu vida como concejal en un ayuntamiento deja recuerdos inolvidables, pero también otros inconfesables. En 2011, cuando Antonio Bello abandonó el Consistorio, después de tres décadas de servicio público, rememoró en varias entrevistas los hitos más destacados de su gestión. El eterno edil de Coalición Canaria, y uno de los fundadores de ATI, explicó a todos los periodistas que se interesaron por su experiencia política detalles como las cerca de 1.200 bodas que celebró o la vez que intermedió para lograr que la Vuelta Ciclista a España hiciera escala en Tenerife. Pero la memoria suele jugar malas pasadas y, a veces, esconde en el trastero del cerebro cuestiones que considera intrascendentes. Es lo que se llama amnesia selectiva. Al fin y al cabo, ¿quién recordaría que votó en un pleno la compra de la principal playa de Santa Cruz de Tenerife por 53 millones de euros?
La amnesia selectiva es una patología identificada por los científicos, que la definen como la incapacidad de rememorar ciertos tipos de recuerdos o detalles de hechos ocurridos. Toni Bello, como es más conocido el eterno concejal, mostró este miércoles preocupantes síntomas sobre el estado de su memoria. Importador de carne congelada, médico frustrado y amante de la lucha canaria; el exedil achacó a su edad, que se acerca a los 80 años, el vacío mental que sufrió cuando la fiscal le empezó a preguntar por la operación de Las Teresitas. "No recuerdo nada, y no es coña", dijo una y otra vez mientras su amigo Miguel Zerolo, desde el banquillo, sonreía con la escena.
El presidente del Tribunal, Joaquín Astor Landete, no se tomó muy en serio la amnesia de Bello y obligó a que se leyera la declaración que prestó ante la magistrada Carla Bellini en fase de instrucción, que también había caído en el olvido del exconcejal. "Solo recuerdo que me subieron a un avión, me llevaron delante de una señora que me hizo preguntas y me trajeron de nuevo de regreso", explicó ante la creciente indignación de la fiscal. Y entonces, quizás por todos los domingos que pasó en su juventud como ayudante en las misas de la catedral de La Laguna, se obró el milagro.
Bello, poco a poco, comenzó a recordar algunas partes de su declaración ante el TSJC, casualmente las que menos interesaban a la fiscal, como que la compraventa del frente de playa se aprobó por unanimidad, que eran 27 concejales, que había unos empresarios suizos que querían adquirir las parcelas o que hubo una multitudinaria manifestación para pedir que no se construyera en Las Teresitas. Satisfecho de su declaración, a su salida pasó por delante del banquillo de los acusados, saludó a Ignacio González y se fundió en un emotivo abrazo con Zerolo (ver foto superior). Ya se sabe, es de bien nacidos ser agradecidos.
La amnesia selectiva también es un mal endémico de algunas administraciones públicas. Entre los responsables de la Gerencia de Urbanismo de la capital tinerfeña se convirtió en una enfermedad crónica, sobre todo cuando se trataba de cuestiones vinculadas con los expedientes de Las Teresitas. Olvidaron incluir el informe de Pía Oramas, se les pasó comprobar el inventario municipal o, como ratificaron este miércoles varios testigos de la Dirección General de Costas, no cayeron en la cuenta de que, solo tal vez, parte de esos terrenos por los que iban a pagar 53 millones de euros formaban parte del dominio público. Lo de revisar el deslinde cuando vas a comprar una playa parece una obviedad, pero es lo que tiene la amnesia selectiva.
Los técnicos de Costas que este miércoles respondieron a las preguntas de las acusaciones (Juan Antonio Troya, Josefina Martín y José Ramón Cordero), ante la pasividad que mostraron a lo largo de toda la mañana los abogados de las defensas, dejaron claro que en el momento de la compraventa el deslinde vigente era el de 1961. Este hecho demuestra que parte de las parcelas, las que se encuentran en la parte final de la playa, estaban dentro del dominio público cuando fueron adquiridas por el Ayuntamiento en 2001. En total, un tercio de los terrenos: 31.000 metros cuadrados. Y no es coña, como diría Bello.
Los terrenos que eran de dominio público cuando se compraron las parcelas, y que lo son a día de hoy porque el deslinde vigente es el de 1961 tras anularse por sentencia el de 2009, no son unas parcelas cualquiera. Basta con echar un vistazo a las conclusiones de la fiscal en la querella más importante del Atlántico meridional para apreciar la gravedad de la actuación del Ayuntamiento. "Resulta que los terrenos que se encuentran afectados son, precisamente, donde presumiblemente irían ubicados los hoteles, ya que son los únicos que son llanos", escribió María Farnés Martínez.
En resumen, el Consistorio de la capital tinerfeña, con Miguel Zerolo a la cabeza, compró 74.000 metros cuadrados de acantilado. O dicho de otra manera, los empresarios nunca podrían haber construido aunque el Ayuntamiento no hubiera adquirido las parcelas. Fin del pelotazo. Y no es coña.
Los testigos vinculados al Ministerio de Medio Ambiente también echaron abajo la versión de Mauricio Hayek, el abogado de la Junta de Compensación y de Inversiones Las Teresitas, que durante su testimonio en la Audiencia Provincial insistió en que esos terrenos eran propiedad de sus representados. Los técnicos de Costas aclararon que el Ayuntamiento pudo hacerse con la titularidad de las parcelas que ocupan el dominio público gracias a una concesión de los años 60, a raíz de las obras de la playa artificial, pero también olvidó llevar a cabo una serie de trámites, por lo que ese suelo se mantiene en manos estatales. Públicas, en cualquier caso.
A ciegas
Una vez más, como suele ocurrir en la mayoría de juicios por corrupción, se confirmó eso de que los concejales muchas veces no saben lo que votan en los plenos. Los testimonios de dos ediles que aprobaron la compraventa en 2001, José Alberto Díaz-Estébanez y Basilio Franco, comisario de la Policía Nacional y persona de alta estima para Miguel Zerolo, con el que charló largo y tendido al acabar de testificar, admitieron que no se leyeron en profundidad el expediente ni consultaron las valoraciones en las que se apoyaba para justificar el precio que se pagó.
"Voté a favor por el interés de la ciudadanía y para evitar la urbanización; entendí que el precio era adecuado porque tenemos que fiarnos de los técnicos", explicó José Alberto Díaz-Estébanez. La fiscal le recordó que era el encargado de fijar la posición de su Grupo al ser el portavoz de CC en el Consistorio. "Nunca tuve constancia del informe de Pía Oramas", añadió cuando le cuestionaron por el dictamen que tasaba en 17 millones las once parcelas del frente de playa. El todavía concejal explicó con detenimiento, frente a la falta de colaboración de su excompañero Toni Bello, las cuestiones contables vinculadas con la responsabilidad que ocupaba al frente del área de Hacienda.
Basilio Franco fue mucho más escueto en su intervención, pero también reconoció que no consultó el expediente de Las Teresitas. Su caso, si cabe, todavía es más significativo porque en 2001 representaba a CC en el Consejo de la Gerencia de Urbanismo. "De las tasaciones no tengo ni idea", llegó a decir ante el asombro de María Farnés Martínez.
Los que sí hicieron la tarea fueron los otros dos testigos que declararon y que apuntalaron algunas de las tesis secundarias que sostienen la querella de la fiscal. El técnico Juan Bertolo explicó que por culpa de la afección de una carretera a varias parcelas, y ante las dudas sobre su titularidad, recomendó en un informe la suspensión de la modificación del PGO de 2005, por el que se culminó el pelotazo con la reclasificación de Las Huertas. En la Gerencia se olvidaron de sus conclusiones.
También hubo tiempo de escuchar a Ignacio Palenzuela, que realizó un informe sobre el impuesto de plusvalía que generó la operación. El técnico expuso que el valor de mercado de las parcelas era "muy distinto" al del catastro, que según la Fiscalía era de 606 millones de pesetas. El Ayuntamiento pagó más de 8.000 millones por el frente de playa.
El juicio de Las Teresitas descansará hasta el próximo lunes, cuando la vista más mediática de los últimos años se reanudará con la declaración de nuevos protagonistas. Solo cabe cruzar los dedos para esperar que los testigos no sufran de amnesia selectiva y trasladen al Tribunal sus recuerdos inconfesables. Que los hay. Y no es coña.