Exconcejales que votaron la compraventa admiten que no estudiaron el expediente
Canarias
26 sep. 2016

Las Teresitas (parte X): Manual del buen 'zerolista'

Los encantadores de serpientes tienen la habilidad necesaria para que un reptil, muchas veces portador de un veneno mortal, sea capaz de bailar al ritmo de la música que emite su flauta. Los animales salen de la cesta en la que se esconden antes de la función y realizan los movimientos precisos que les indica su dueño, que no deja de ser la misma persona que día tras día les suministra el alimento necesario para sobrevivir en cautividad. Esta práctica habitual de los encargados de entretener a los transeúntes que visitan Nueva Delhi (India), a pesar de que este espectáculo está prohibido, también es una característica de algunos políticos, capaces de crear una dependencia entre compañeros de partido resistente al paso de los años. 

Los cinco exconcejales de Coalición Canaria que desfilaron este lunes por el Palacio de Justicia de Santa Cruz de Tenerife, en la décima sesión del juicio por el Caso Las Teresitas, demostraron una coordinación propia de las serpientes amaestradas de la India, con la diferencia de que la única música que sonó en la sala fue la provocada por las preguntas de las partes. Todos recitaron un mismo discurso, casi con una exactitud milimétrica, y ninguno pasó por alto la obligada reverencia al final de su actuación a quien, durante muchos años, les proveyó de su sustento profesional: Miguel Zerolo. Es lo que en su momento se conoció como zerolismo. Y tiene su propio manual. 

Hilario Rodríguez y Norberto Plasencia, condenado por la construcción del mamotreto y pendiente de entrar en prisión, optaron por un sutil guiño a la mirada cómplice que les dedicó Zerolo cuando abandonaron el estrado dedicado a los testigos. Emilio Atiénzar prefirió arquear las cejas y sonreír ante el que durante muchos años fuera su jefe de filas. Ilda Romana, a quien el exalcalde captó de los movimientos vecinales para convertir en votos las simpatías que la exconcejala levantaba en los barrios populosos, fue más cariñosa y se acercó hasta donde se encuentran los acusados para dedicarle un caluroso beso (foto: @moisesgrillo). María del Rosario Pino, tal vez la menos conocida de todos pero no por ello menos agradecida, lanzó un beso volado y un sonoro "te quiero" al que también un día, con algo más de pelo en la cabeza pero el mismo semblante sonriente, se encargó de la gestión turística de Canarias. 

Todos ellos demostraron haber estudiado en profundidad el manual del buen zerolista, gracias al que lograron resistir durante años bajo el paraguas del exalcalde de la capital. Una guía a la que, varios años después, han tenido que recurrir para testificar en el juicio más importante de la historia democrática del "corazón de Tenerife", como anuncia estos días una campaña promocional del municipio. Visto lo visto en la sesión de este lunes, después de que abriera la veda el exedil y amnésico Antonio Bello el miércoles pasado, el primer punto del manual es fácilmente reconocible e impregna a todos los demás: mostrar siempre agradecimiento y lealtad al dedo que te puso en una lista electoral. Este apartado se cumplió este lunes con disciplina militar.

El segundo punto del manual pasa por repetir de manera constante una misma consigna: la operación respondía al interés general para evitar que se construyera en la playa. No importaba que en el momento de la compraventa estuviera en vigor un deslinde que demuestra que parte del suelo era público o que una arquitecta municipal valorara el precio de los terrenos en una cuantía tres veces inferior a la que finalmente se desembolsó.

Si este segundo punto no convence a la Fiscalía ni a la acusación popular, lo que suele ocurrir la mayoría de las veces, los testigos están obligados a recurrir a la tercera de las consignas del argumentario zerolista: no se consultó el expediente ni las tasaciones que fijaron el precio. Por increíble que pueda parecer que los políticos elegidos para representar a la soberanía popular no sepan lo que votan, lo cierto es que ninguno de los testigos ha manifestado que antes de la votación de la compraventa más importante que se ha llevado al Palacio de los Dragos se preocupase por estudiar en profundidad los informes de la operación. 

El tercer punto del manual también lleva aparejada la sorpresa de los acusadores, que acto seguido suelen insistir en la gravedad que supone votar a ciegas un expediente de semejante magnitud. Entra entonces en juego el cuarto apartado del manual del buen zerolista, que pasa por descargar toda la responsabilidad en los técnicos: la operación estaba avalada por los informes del secretario y del interventor. Eso sí, sin precisar siquiera si esa referencia se refiere a los funcionarios generales del Ayuntamiento o a los delegados de la Gerencia de Urbanismo. Los cuatro se sientan en el banquillo de los acusados. 

La guía se cierra con una disposición transitoria que, en la práctica, no deja de ser un cortafuegos ante el incendio que provocan las incisivas preguntas de la fiscal y del abogado de la acusación popular, José Pérez Ventura. Si los primeros puntos del manual no convencen y la cosa se pone fea, hay que responder, de la forma más verosímil posible, con un rotundo "no lo recuerdo".  

El recurso de la amnesia selectiva solo debe usarse si fallan los cuatro primeros apartados del manual, lo que cumplieron a la perfección este lunes los cinco exconcejales de CC. Únicamente Antonio Bello, durante su declaración del pasado miércoles, se saltó el orden establecido cuando decidió de motu proprio recurrir únicamente a lo recogido por la disposición transitoria, lo que convirtió su testimonio en una exaltación de la falta de memoria. 

 

Sin tasaciones municipales

En la misma línea se expresaron los tres exconcejales del PP que este lunes declararon en la décima sesión del juicio. A diferencia de sus compañeros de CC, en lugar de mostrar su veneración por la figura de Zerolo, los exediles conservadores, con la excepción de David Sáenz, pronunciaron su juramento antes de expresar la "amistad" que les une con el que fuera su portavoz en el momento de la votación, el también acusado José Emilio García Gómez

El que fuera alcalde de Santa Cruz de Tenerife también bebió de la misma fuente que Zerolo y, como recordó Toni Bello, fue uno de los fundadores de la extinta ATI. Tal vez por eso no sorprenda que las respuestas del manual de sus concejales fueran las mismas que obran en la guía que llevan debajo del brazo los zerolistas.

Aunque fueron mucho más elocuentes en sus intervenciones, los tres exediles del PP admitieron que no se leyeron el expediente ni las tasaciones, que en algunos casos recordaron levemente. Ni José Adrián García Rojas, ni María José Pajarón, ni David Saénz fueron informados de la existencia del informe de Pía Oramas. Todos se escudaron en el visto bueno dado por el secretario y el interventor. 

De especial relevancia fue el testimonio de David Sáenz, exconcejal del PP que terminó el mandato de la compraventa en el Grupo Mixto y que, posteriormente, se incorporó a las filas del CCN de Nacho González, hijo y hermano de dos de los acusados en el juicio. El testigo reconoció que le une amistad con la dinastía palmera que levantó el imperio, ya en decadencia, de Vultesa. El exedil también admitió que es socio de otro de los protagonistas del banquillo, el empresario Antonio Plasencia, con el que comparte intereses en el aparcamiento del Centro Comercial Bulevar y en un solar que poseen en propiedad. 

Con tales antecedentes sobre la mesa del Tribunal, David Sáenz sorprendió a propios y extraños cuando la fiscal María Farnés Martínez le acribilló a preguntas sobre el hecho de que no le llamara la atención la ausencia en el expediente de una tasación municipal. "Soy director financiero desde hace 25 años de la empresa pública de viviendas y siempre compramos basándonos en tasaciones privadas", respondió ante el asombro de los presentes en la sala. Poco más pudieron preguntar las acusaciones después de escuchar la justificación del exconcejal, que olvidó recordar que la entidad, aunque pública, no deja de ser una sociedad mercantil, por lo que no necesita recurrir a dictámenes municipales.  

 

El testaferro desaparecido

La décima sesión del juicio de Las Teresita comenzó y terminó con la intervención de Joaquín Astor Landete. El presidente del Tribunal informó a Pérez Ventura de que uno de sus testigos, una de las piezas fundamentales en la operación, no ha sido localizado por la Audiencia Provincial. No se trata de un actor cualquiera. Felipe Manuel de Armas fue el testaferro que Ignacio González utilizó para obtener, junto a su socio Antonio Plasencia, el crédito de 5.500 millones de pesetas con los que compraron el frente de playa y el Valle de Las Huertas a la Junta.

El peón de una empresa de Ignacio González logró que CajaCanarias le concediera en 1998 el préstamo a particulares más importante de la historia de la entidad tinerfeña: 5.500 millones de pesetas con una nómina que no pasaría hoy en día de mileurista. Como adelantó Landete, Felipe Manuel de Armas, cuya declaración está señalada para el próximo miércoles, no ha respondido a las llamadas y citaciones del Tribunal, lo que complica su participación en el juicio.

Landete cerró la sesión con un nuevo tirón de orejas al Gobierno de Canarias, que no ha respondido a su petición de obtener una sala de mayores dimensiones para practicar las pruebas periciales. El presidente del Tribunal advirtió de que durante la declaración de los peritos habrá que reorganizar las ubicaciones de los acusados por problemas de espacio, lo que obligará a limitar la presencia de los medios de comunicación y de la audiencia pública.

El juicio de Las Teresitas continuará este martes con nuevos testimonios, aunque la lista de declaraciones prevista para los próximos días se ha visto reducida tras aceptar el Tribunal la renuncia a varios testigos a solicitud de las partes: José Ramón Castellano, Juan Antonio Gutiérrez, Arquímedes Jiménez, Manuel Barrios, Ramón Trujillo (IU) y dos policías nacionales. La cita, una vez más, será a las 9.45 horas.