Fueron muchos los años que dedicó la extinta CajaCanarias a construir una imagen de entidad cercana. La Caja del pueblo, como algunos se atrevían a llamarla. Años de publicidad en los medios, que siempre bailaron a su compás, de campañas sociales y propaganda en las calles. Antes de la crisis financiera y de la absorción por parte de La Caixa, CajaCanarias era intocable. Hasta este martes 13. En solo 40 minutos, lo que duró la declaración del empresario Amid Achi en el juicio de Las Teresitas, el castillo de impunidad que con tanto empeño construyó la burguesía tinerfeña se vino abajo como si estuviera hecho de polvo. Polvo, precisamente, es lo que Achi sacó durante su testimonio de debajo de la alfombra que tantas veces pisaron los afortunados miembros del Consejo de Administración de la Caja.
CajaCanarias se convirtió durante mucho tiempo en una entidad cercana. Lo fue para esa mayoría social que le confió los ahorros de su vida, pero también para muchos consejeros que se acostumbraron a cobrar suculentas dietas por asistir a sus reuniones, incluidos muchos políticos que encontraron en la Caja un nuevo ingreso con el que llenar su bolsillo. La Caja del pueblo, sin embargo, siempre fue más bien la casa de unos pocos. Por eso, no fue precisamente una sorpresa cuando la entidad que presidía Rodolfo Núñez, Rudy para su grupo de amigos selectos, concedió un crédito de alto riesgo, como ratificó el Banco de España, a un empresario y un peón de la construcción. Todo sin más aval que los propios terrenos que se iban a comprar. Un préstamo de 5.500 millones de pesetas que sirvió para inflar el pelotazo de Las Teresitas. Amid Achi estaba en ese Consejo de Administración y, ante la mirada incrédula de todos los asistentes a la tercera sesión del juicio, decidió destapar la caja de los truenos. Su declaración fue música para los oídos de la Fiscalía Anticorrupción.
No es fácil, ni lo ha sido a lo largo de su historia, escuchar una voz crítica con CajaCanarias. Al fin y al cabo, ¿quién se atreve a levantar la voz contra los responsables de custodiar el dinero de la mayoría de los ciudadanos? Pero lo de Amid Achi este martes fue mucho más que una simple crítica. El empresario trazó con sus palabras los más sórdidos detalles de las prácticas mafiosas con las que, al menos durante la operación de Las Teresitas, se desenvolvió la entidad de ahorro más recordada a este lado del Atlántico. A Achi le presionaron y le amenazaron para que cambiara su voto sobre el crédito que se concedió a una sociedad de reciente creación. Pero la llave de tan preciado secreto se la quedó el magnate de la ropa de ocasión, que no desaprovechó la oportunidad de donar sus recuerdos a la sociedad tinerfeña. Una obra social, la de Amid Achi, como las que durante años desarrolló la Caja para dar una capa de barniz a su imagen.
La historia oficial es sencilla: un empresario de reconocido prestigio, junto al testaferro de su socio, pide un crédito de 5.500 millones para comprar unos terrenos donde no se podía construir pero que, como consecuencia de una sentencia del Tribunal Supremo, pocos días después pasaron a ser urbanizables. Se trataba del frente de Las Teresitas, que además venía con el regalo de las parcelas del Valle de Las Huertas, que en ese momento valían bien poco pero que cotizaron al alza tras la reclasificación que años después llevó a cabo el Ayuntamiento. Sin el crédito no habría pelotazo, pero no todos los consejeros que tenían que dar luz verde al préstamo estaban de acuerdo. Uno de ellos, y no uno cualquiera, se opuso. Y este martes contó las consecuencias de decir no a la operación más importante de la historia de CajaCanarias.
Amid Achi entró a la sala judicial con paso firme. Tranquilo y seguro de sí mismo, el empresario dejó claras sus intenciones: "Vengo a decir la verdad, porque además he hecho un juramento". Lo primero que hizo fue tumbar la declaración del testigo que minutos antes le había precedido en la palabra, Pedro Afonso, exsecretario general de CajaCanarias. El millonario crédito no estaba en el orden del día, sino que se colocó sobre la mesa en el apartado de "ruegos y preguntas". Fue entonces, al conocer los detalles del préstamo, cuando Achi mostró su contrariedad. "Se estaba concediendo el crédito a una sociedad de reciente creación", explicó el testigo, que añadió que "les iban a dar 5.500 millones de pesetas por unos terrenos que valían 5.000".
El dueño del Número Uno y otras conocidas empresas no se dejó en el tintero ningún detalle ante las incesantes preguntas de la fiscal, María Farnés Martínez. "El único aval que tenían era el suelo que iban a comprar, y no se presentó ningún informe que respaldara la operación", aseguró el empresario ante la mirada aterrada de los 13 acusados que se sientan en el banquillo de la Audiencia Provincial. Pero lo mejor aún estaba por llegar.
Coacciones
La postura de Amid Achi no solo generó un importante malestar entre los representantes de CajaCanarias, sino que también activó la maquinaria de las coacciones para evitar un negro en el expediente de una entidad que siempre buscaba la unanimidad entre sus consejeros. Y el crédito de Las Teresitas no era un préstamo cualquiera. Según la declaración del empresario, después de expresar su disconformidad recibió una visita del exvicepresidente de la Caja y representante del PSOE, Nicolás Álvarez, que le amenazó para que, como finalmente hizo, cambiara su voto negativo por una abstención. "Me metieron mucho miedo y me dijeron que si no modificaba mi voto iba a tener consecuencias para mis empresas", lo que provocó que los murmullos del auditorio hicieran tambalear al Palacio de Justicia y, especialmente, a los cimientos que con tanto esfuerzo sostuvieron durante años la cara amable de la Caja.
Achi insistió en que siempre pidió que la operación fuera avalada tanto por Antonio Plasencia e Ignacio González, que votó a favor del crédito que se concedía a sí mismo a través de un peón de su confianza. "Sabíamos quiénes estaban detrás", recordó el testigo. El daño ya estaba hecho. Como era de esperar, el abogado de Antonio Plasencia intentó enturbiar la declaración del empresario al preguntarle si ha mantenido algún pleito con su cliente. "O él conmigo", se apresuró a aclarar Achi, que añadió que el enfrentamiento judicial con uno de los socios de Inversiones Las Teresitas se produjo "después de la concesión del crédito". Hubo una pregunta que nadie hizo pero que dejó en el aire la declaración más sonada de lo que llevamos de juicio: ¿por qué ningún representante de CajaCanarias está sentado en el banquillo?
Con la resaca de la declaración de Amid Achi todavía en el cuerpo, llegó el turno de Juan Gutiérrez, representante de la Comisión de Control de CajaCanarias. Lejos de sembrar dudas sobre su antecesor, fortaleció algunas de las claves que aportó el empresario. "No veíamos correcto que la sociedad peticionaria estuviera aún sin constituir", recalcó. Pero no se quedó ahí: "No entendíamos a que se debían tantas prisas". No suele ser habitual que un crédito de tal envergadura se conceda por la vía de urgencia, lo que levantó las sospechas de la Comisión. A ello se sumó que le "extrañó" que la única garantía fueran los terrenos que se iban a comprar, además de que la tasación en la que se basaron, elaborada por Tinsa, una de las empresas a las que también recurrió el Ayuntamiento para llevar a cabo la compraventa en 2001, "no era adecuada".
El viernes habrá tiempo de escuchar la versión oficial, la que saldrá de la boca de Rodolfo Núñez. El presidente de CajaCanarias, a quien Antonio Plasencia ingresó cuatro millones de euros en cuatro años, como demostró la investigación de la causa, acudirá a la Audiencia Provincial este viernes a las 11.30 horas. Lo hará, eso sí, bajo el respaldo que le da el paraguas de su condición de testigo.
Antes de Achi, que admitió que Miguel Zerolo no acudió a la votación del préstamo, hubo tiempo de conocer la opinión de Pedro Afonso, secretario de CajaCanarias en el momento del crédito. La realidad que dibujó fue bien distinta a la reflejada por Achi. Según Afonso, los consejeros conocían el orden del día "con 24 horas de antelación" y "no hubo ningún voto en contra, solo una abstención". Ni rastro de las coacciones que el empresario declaró haber sufrido. Aunque obra en la documentación aportada a la instrucción, Afonso sufrió un lapsus en su memoria al ser preguntado por la posición del Banco de España ante el crédito: "No recuerdo si sancionó ni por qué lo hizo".
El exsecretario de CajaCanarias defendió el préstamo por el "conocido prestigio" de unos de los beneficiarios y aclaró que no recuerda que en la sociedad también figurara un peón de la construcción: "Allí solo se habló de Antonio Plasencia". Para apoyarse en la decisión del Consejo, Afonso insistió en que "la tasación [de Tinsa] superaba el valor de los terrenos y por eso se dio el préstamo".
Junta de Compensación
La mañana de este martes sirvió para escuchar a dos de los presidentes de la Junta de Compensación de Las Teresitas. Más bien a uno, ya que José Delgado, que intentó declarar, fue finalmente rechazado por las partes ante su deteriorado estado de salud, pese a la importancia de su posición al ser el firmante, junto al alcalde franquista Pedo Doblado, del convenio que en 1967 cedió parte de los terrenos al Ayuntamiento.
Sobre este asunto habló otro de los presidentes de la Junta, Jerónimo Delgado, que accedió a declarar pese a que tenía derecho a negarse por ser uno de los acusados en la pieza separada del Caso Las Teresitas, que se juzgará en octubre, por el expolio que sufrieron muchos propietarios que vieron cómo se vendían sus terrenos sin su consentimiento y sin recibir nada a cambio. Delgado ya ha sido condenado por fraude fiscal a pagar 11 millones de euros.
El presidente de la Junta de Compensación reconoció que en el convenio de 1967 se cedieron terrenos al Ayuntamiento como garantía del pago pendiente que tenían que hacer al Consistorio. La duda está en saber si ese dinero se devolvió y, por tanto, el suelo cedido retornó a manos privadas. Según su relato, la Junta pagó hasta el último céntimo, en contra de lo que sostiene la Fiscalía en sus tesis. Delgado protagonizó la anécdota de la jornada. Después de decir que no recordaba el nombre de Antonio Plasencia ni quién era su socio, antes de abandonar la sala se acercó hasta donde estaban sentados Ignacio González y Miguel Zerolo para despedirse de ellos con un cariñoso saludo (ver foto).
El juicio del Caso Las Teresitas vivirá este miércoles una jornada extraordinaria, fruto del retraso del pasado lunes, que llevará ante el Tribunal, en calidad de testigo, al redactor de la denuncia inicial: Santiago Pérez. El concejal lagunero y ex del PSOE tendrá que declarar a las 11.30 horas. Se prevé que su testimonio no se prolongue en exceso, después de que el tirón de orejas que este lunes dio el magistrado Joaquín Astor Landete a las partes para que abrevien en sus intervenciones haya surtido efecto.